La rodilla hinchada, también conocida como derrame en la articulación de la rodilla, es un problema común que afecta a personas de todas las edades.
Este trastorno ocurre cuando se acumula líquido en exceso dentro o alrededor de la articulación de la rodilla, provocando inflamación, dolor y dificultad para moverse, aunque puede ser resultado de una lesión, también puede aparecer debido a enfermedades como la artritis o infecciones.
¿Qué es la rodilla hinchada o derrame articular?
La rodilla es una de las articulaciones más grandes y complejas del cuerpo humano, está formada por huesos, cartílagos, ligamentos, tendones y una membrana sinovial que produce un líquido lubricante para facilitar el movimiento suave.
Cuando hay un exceso de líquido en esta membrana o en los tejidos que rodean la articulación, se genera lo que se conoce como derrame articular o efusión de rodilla, que se manifiesta como hinchazón visible y palpable.
Esta acumulación de líquido puede ser seroso (transparente), hemático (con sangre) o purulento (con pus), dependiendo de la causa subyacente; la hinchazón puede ser leve o severa y suele ir acompañada de dolor y limitación en la movilidad.
- Causas principales de la rodilla hinchada
1. Lesiones traumáticas
Una causa muy común del derrame de rodilla son las lesiones que dañan alguna estructura dentro o alrededor de la articulación. Algunas lesiones frecuentes incluyen:
Esguinces y distensiones: Estiramiento excesivo o desgarro de ligamentos o tendones.
Lesión del menisco: Desgarro del cartílago que amortigua la articulación.
Fracturas: Rotura de huesos cercanos a la rodilla.
Contusiones: Golpes directos que causan inflamación.
Estas lesiones provocan inflamación como parte del proceso natural de curación, lo que genera acumulación de líquido en la rodilla.
2. Artritis
La artritis es una inflamación crónica de las articulaciones que puede causar derrame en la rodilla, los tipos más comunes asociados a este problema son:
Osteoartritis: Desgaste progresivo del cartílago articular, típico en personas mayores.
Artritis reumatoide: Enfermedad autoinmune que provoca inflamación crónica y daño articular.
Artritis gotosa: Acumulación de cristales de ácido úrico que irritan la membrana sinovial.
Artritis séptica: Infección bacteriana dentro de la articulación.
En estos casos, el líquido acumulado puede contener células inflamatorias, proteínas y otras sustancias que agravan el proceso inflamatorio.
3. Infecciones
Las infecciones en la rodilla pueden ser graves y requieren atención médica inmediata, la infección puede llegar a la articulación por:
Heridas abiertas cerca de la rodilla.
Cirugías recientes.
Propagación desde otras infecciones en el cuerpo.
El líquido acumulado en estos casos suele ser purulento, con presencia de bacterias y células inmunitarias, la infección puede destruir rápidamente los tejidos si no se trata adecuadamente.
- Síntomas asociados a la rodilla hinchada
Además de la hinchazón visible, otros síntomas comunes incluyen:
Dolor localizado o generalizado en la rodilla.
Sensación de calor o enrojecimiento sobre la articulación.
Rigidez o dificultad para doblar o estirar la pierna.
Sensación de inestabilidad o “bloqueo” al mover la rodilla.
Fiebre, en caso de infección.
La intensidad y combinación de estos síntomas varían según la causa.
- Diagnóstico: ¿Cómo saber si tienes derrame en la rodilla?
Para confirmar que una rodilla hinchada tiene derrame articular, el médico realiza una evaluación completa que incluye:
Historia clínica: Preguntas sobre lesiones recientes, enfermedades previas y características del dolor.
Examen físico: Inspección de la articulación, palpación para detectar líquido y evaluar movilidad.
Radiografías: Para descartar fracturas o cambios óseos.
Ultrasonido o resonancia magnética (RM): Para visualizar el líquido acumulado y tejidos blandos.
Análisis del líquido sinovial: Mediante una punción articular se extrae líquido para analizar su composición y detectar infecciones o cristales.
- Tratamientos para la rodilla hinchada
El tratamiento varía según la causa, pero generalmente busca reducir la inflamación, aliviar el dolor y restaurar la función articular.
- Tratamientos generales:
Reposo: Evitar actividades que aumenten el dolor o la hinchazón.
Hielo: Aplicar frío local durante 15-20 minutos varias veces al día para reducir inflamación.
Compresión: Usar vendas elásticas para disminuir la hinchazón.
Elevación: Mantener la pierna elevada por encima del nivel del corazón para facilitar el drenaje del líquido.
Medicamentos Antiinflamatorios no esteroideos (AINEs): Para disminuir dolor e inflamación.
Analgésicos: En caso de dolor intenso.
Antibióticos: Si hay infección confirmada.
Procedimientos médicos, punción articular (aspiración): Extracción del líquido acumulado para aliviar presión y analizarlo.
Infiltraciones: Aplicación de corticosteroides para reducir inflamación en casos crónicos.
Cirugía: En casos graves o cuando hay daño estructural importante, como reparación del menisco o limpieza articular.
- Prevención y cuidados a largo plazo
Para evitar episodios recurrentes de derrame en la rodilla es importante:
Mantener un peso saludable para reducir carga sobre las articulaciones.
Realizar ejercicios adecuados para fortalecer músculos alrededor de la rodilla.
Usar calzado adecuado y evitar superficies irregulares al caminar o correr.
Tratar a tiempo cualquier lesión o infección.
Controlar enfermedades crónicas como artritis con seguimiento médico regular.
La rodilla hinchada es un signo claro de que algo está afectando la salud de esta articulación, ya sea por una lesión, artritis o infección, es fundamental identificar la causa para recibir el tratamiento adecuado.
Ignorar el problema puede llevar a dolor crónico, daño irreversible y pérdida de función, si experimentas hinchazón persistente en la rodilla, consulta a un especialista para una evaluación completa y un plan personalizado que te ayude a recuperar tu calidad de vida.